Con marzo terminado y ido, hemos dicho hasta la vista a otro mes de la conciencia de la EM. El trabajo dedicado a difundir la palabra de la esclerosis múltiple, por lo tanto, termina para algunos, pero para mí, el Mes de la conciencia de la EM nunca termina. Permanezco al tanto de mi EM cada minuto de cada día. Sí, estoy consciente, está bien.
Estoy consciente de que cada vez que trato de recordar lo que quiero recordar.
Soy consciente de que cuando voy al cine y me duermo antes de las próximas atracciones.
Lo sé porque no puedo pasar la puerta de un baño sin la necesidad de entrar.
Lo sé porque hago más de un lío en la mesa de la cena que un niño de tres años.
Soy consciente gracias a la implacable transmisión de correo que me pide que done más.
Lo sé porque me canso más al ducharme que a ensuciarme.
Me doy cuenta cuando lucho por levantar mi pierna lo suficiente para subir al auto.
Soy consciente de que mi chaleco tiene bolsillos, no para billeteras y teléfonos celulares, sino para bolsas de hielo.
Lo sé porque alcanzo el deducible de mi seguro más rápido que cualquiera que conozca.
Soy consciente de que evito el sol como Drácula.
Soy consciente de que escaneo constantemente el suelo en busca de peligros para caminar, como superficies desiguales, pendientes y puntos húmedos.
Soy consciente de la cantidad de rasguños, golpes y moretones inexplicables en mi cuerpo causados por no manchando superficies desiguales, gradientes y puntos húmedos.
Soy consciente de que hacer algo que debería tomar 10 minutos toma 30.
Y ahora, voltear la página del calendario traerá conciencia de otra enfermedad de salud, como la peste bubónica o el escorbuto. Pero mientras tanto, mis compañeros MSers y yo avanzamos, muy conscientes del control que tiene la esclerosis múltiple en nuestras vidas. Ya estamos acostumbrados. Por lo tanto, mantendremos la cabeza en alto y avanzaremos en anticipación al Mes de Concientización sobre la EM del próximo año.