5 graves efectos a largo plazo de gritarle a tus hijos

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Queremos lo mejor para nuestros hijos. Es por eso que tantos padres luchan con las opciones de crianza. Y somos solo humanos, después de todo.

Es normal sentirse frustrado con sus hijos, especialmente si se están portando mal. Pero la forma en que expresas esta frustración y lidias con la situación puede tener importantes implicaciones en el desarrollo de su personalidad y su salud a largo plazo.

De hecho, las medidas severas de disciplina de los padres, como gritar, pueden tener un impacto aún mayor en los niños de lo que se creía anteriormente. Siga leyendo para saber qué estudios clínicos han encontrado sobre los efectos a largo plazo que los gritos pueden tener en los niños.

1. Gritar hace que sus problemas de conducta empeoren.

Podría pensar que gritarle a sus hijos puede resolver un problema en el momento o puede evitar que se comporten mal en el futuro. Pero la investigación muestra que en realidad podría estar creando más problemas a largo plazo. Gritar realmente puede empeorar el comportamiento de su hijo. Lo que significa que tienes que gritar más para intentar corregirlo. Y el ciclo continúa.

Un estudio sobre las relaciones entre padres e hijos mostró que este es el caso en muchas familias. En el estudio, los niños de 13 años a quienes sus padres les gritaron reaccionaron aumentando sus niveles de mal comportamiento durante el año siguiente.

Y si crees que importa qué padre está haciendo la disciplina, no lo hace. Otro estudio encontró que no hay diferencia si la disciplina dura proviene del padre o la madre. El resultado es el mismo: los problemas de conducta empeoran.

Aprenda más sobre los efectos a largo plazo del abuso emocional infantil "

2. Gritar cambia la forma en que se desarrolla su cerebro

Gritar y otras técnicas de crianza severas pueden, literalmente, cambiar la forma en que se desarrolla el cerebro de su hijo. Esto se debe a que los humanos procesan información y eventos negativos más rápida y exhaustivamente que los buenos.

Un estudio comparó las exploraciones de resonancia magnética del cerebro de personas que tenían antecedentes de abuso verbal de los padres en la infancia con exploraciones de quienes no tenían antecedentes de abuso. Encontraron una diferencia física notable en las partes del cerebro responsables de procesar los sonidos y el lenguaje.

3. Gritar puede llevar a la depresión

Además de que los niños se sienten heridos, asustados o tristes cuando sus padres les gritan, el abuso verbal tiene la capacidad de causar problemas psicológicos más profundos que llegan hasta la edad adulta.

En el estudio que realizó un seguimiento del aumento de los problemas de comportamiento de los niños de 13 años a los que se les gritó, los investigadores también encontraron un aumento en los síntomas depresivos. Muchos otros estudios también muestran una conexión entre el abuso emocional y la depresión o la ansiedad. Este tipo de síntomas puede llevar a un empeoramiento del comportamiento e incluso convertirse en acciones autodestructivas, como el uso de drogas o un aumento de la actividad sexual de riesgo.

4. Gritar tiene efectos en la salud física.

Las experiencias que hemos tenido nos forman de muchas maneras, algunas de las cuales ni siquiera nos damos cuenta. El estrés en la infancia por parte de un padre abusivo verbalmente puede aumentar el riesgo de un niño de tener ciertos problemas de salud como adulto. La investigación nos dice que experimentar estrés como un niño puede tener impactos a largo plazo en la salud física.

5. Gritar puede causar dolor crónico

Un estudio reciente encontró un vínculo entre las experiencias negativas de la infancia, incluidos los abusos verbales y de otro tipo, y el desarrollo posterior de afecciones crónicas dolorosas. Las afecciones incluían artritis, fuertes dolores de cabeza, problemas de espalda y cuello y otros dolores crónicos.

Nunca es demasiado tarde para hacer un cambio en su comportamiento de crianza o aprender nuevas técnicas. Si te notas gritando mucho o perdiendo la paciencia, pide ayuda. Un terapeuta o incluso otro padre pueden ayudarlo a identificar algunos de esos sentimientos y desarrollar un plan para enfrentarlos de una manera más saludable.