Aprender que tiene hepatitis C puede ser inquietante. Todavía hay un estigma cultural vinculado a la enfermedad, a pesar de las investigaciones que muestran que casi cualquiera puede haberla contraído.
Si vive con hepatitis C, puede ser un desafío educarse sobre la condición y sus opciones de tratamiento.
Al explorar las opciones de tratamiento, tenga en cuenta que hay mucha información engañosa. Use esta guía para ayudarlo a ordenar los hechos de los mitos sobre la hepatitis C.
Mito: si tengo hepatitis C, debo haber hecho algo para merecerla
Hecho: Nadie merece la hepatitis C, ni ninguna otra enfermedad. No te permitas caer en esa noción, incluso si temes que otros puedan pensarlo.
El avance de la investigación sobre la transmisión y el control de la hepatitis C ha tenido una influencia positiva en la opinión pública de la enfermedad. Sin embargo, aunque se está reduciendo, hay un estigma aún presente.
Hasta la década de 1990, se creía que tanto el VIH como la hepatitis C afectaban principalmente a los trabajadores sexuales y a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, dos poblaciones que a menudo han sido expulsadas de manera negativa. Ahora sabemos que casi cualquier persona puede contraer el virus, sin importar el género, la orientación o la profesión. La American Liver Foundation ofrece una lista útil de factores de riesgo.
Mito: si me quedo embarazada, le pasaré el virus a mi bebé.
Hecho: No necesariamente. Según la Canadian Pediatric Society, esto solo ocurre el 5 por ciento de las veces. Si la transmisión ocurre o no, puede depender de la presencia de altos niveles de hepatitis C (VHC) en la sangre de la madre. Las madres que también tienen hepatitis B (VHB) o VIH tienen más probabilidades de transmitir el VHC a sus bebés.
Los hombres con infección por el VHC pueden transmitir el virus a través del semen, aunque esto no es seguro.
Si usted y su pareja están pensando en concebir, trabaje con su médico para controlar sus niveles de VHC y explore las opciones de tratamiento antes del embarazo.
Mito: mi caso no es tan grave, por lo que no necesito tratamiento
Hecho: En el pasado, los médicos tenían cuidado al tratar a las personas con hepatitis C porque una combinación de terapias basadas en interferón y ribavirina eran los únicos tratamientos conocidos. Para muchas personas, la hepatitis C tarda de 10 a 20 años (o más) en manifestarse como un cáncer en toda regla o cirrosis hepática. Por lo tanto, los médicos a menudo esperaban hasta que hubiera evidencia de progresión de la enfermedad antes de comenzar el tratamiento.
Con una tasa de éxito de solo el 50 por ciento, un costo prohibitivamente alto y el potencial de daño permanente de los medicamentos disponibles en ese momento, es fácil ver por qué a muchas personas no se les ofreció tratamiento.
Hoy en día, según la American Liver Foundation, los casos de bajo nivel a menudo se tratan igual que la gripe. Pero cuando sea necesario, se usa una nueva clase de medicamentos antivirales de acción directa que atacan el virus. El tiempo de terapia es mucho más corto (de 8 a 12 semanas, en comparación con las 48 semanas) y los efectos secundarios son mucho menos graves. Lo más notable, sin embargo, es que estos medicamentos tienen una tasa de éxito superior al 90 por ciento.
Mito: nunca he compartido agujas, así que debo haber contraído hepatitis C de una pareja sexual
Hecho: La hepatitis C es una enfermedad transmitida por la sangre que solo se transmite a través del contacto sangre a sangre. Las formas más comunes son compartir agujas y comportamientos sexuales específicos (como el sexo anal). Otros medios de transmisión incluyen:
- Tatuajes y piercings en el cuerpo con agujas sin esterilizar.
- compartir artículos personales como maquinillas de afeitar o cepillos de dientes
- estar expuesto a la sangre como trabajador de salud
La American Liver Foundation ofrece un recurso útil para comprender quién está en riesgo.
La comida para llevar
La hepatitis C afecta a más de 3.5 millones de estadounidenses, muchos de los cuales ni siquiera saben que la tienen. Edúquese sobre la condición y cómo tratarla. Separe los hechos de los mitos y siéntase capacitado para hablar con su médico.