Empez� despu�s de un gran pedido de comida china. Estaba encantado de encontrar un restaurante chino vegetariano que llegaba a mi domicilio y, en mi entusiasmo, ped� demasiados platos.
Alrededor de una hora despu�s de la comida, comenc� a sentirme mal. Le ech� la culpa a que simplemente me haya entregado demasiado. Prob� algunos anti�cidos y me acost�. Pero el dolor no disminuy�. De hecho, empeor�, mucho peor. Comenc� a sentir p�nico un poco cuando el dolor abrasador en mi estern�n se extendi� por mi est�mago y hacia mi espalda. En su apogeo, sent� como si estuviera empalado de adelante hacia atr�s, como si una barra de hierro me atravesara las costillas y la espalda. Me retorc� en agon�a. Mientras tomaba jadeos de aire, me preguntaba seriamente si podr�a estar teniendo un ataque al coraz�n.
Mi novio en ese momento (ahora mi esposo) estaba preocupado y comenz� a frotarme la espalda entre los om�platos. Esto pareci� aliviar algo de la presi�n, pero el ataque continu� durante unas horas hasta que estuve violentamente enfermo. Entonces el dolor pareci� desvanecerse. Agotada, ca� en un sue�o profundo.
Al d�a siguiente me sent� agotada y emocionalmente fr�gil. Me imagin� que esto era un evento �nico. No ten�a idea de que estos s�ntomas me afectar�an durante los pr�ximos cinco a�os, desde el diagn�stico err�neo hasta el diagn�stico err�neo. Fue conocer mi cuerpo y tener la convicci�n de estar bien lo que me ayud�.
Solo el comienzo
A lo largo de esos a�os, me despertaba en medio de la noche con estos terribles dolores de pecho, est�mago y espalda al menos cada dos semanas. Una cita con mi m�dico general fue recibida con vagas sugerencias de un diagn�stico. Me pidi� que llevara un diario de alimentos para ver si pod�amos identificar un desencadenante en particular. Pero era tan probable que tuviera un ataque despu�s de simplemente beber un vaso de agua como despu�s de comer comida chatarra. Sab�a que no se trataba de la comida.
Cada vez, el dolor me despertaba de mi sue�o. Mis gritos y movimientos despertar�an a mi compa�ero. su�dormir. El final siempre fue el mismo: terminar�a en el ba�o, vomitando. S�lo entonces recibir�a un alivio temporal.
Mal diagnosticado y con dolor
Amigos y familiares especularon que tal vez ten�a una �lcera, as� que volv� a la consulta del m�dico. Pero mi m�dico me dijo que era solo indigesti�n y anti�cidos recetados, lo que no hizo nada para adormecer el dolor extremo que estaba experimentando.
Debido a que los episodios fueron espor�dicos, tom� un poco de tiempo darse cuenta de que el tratamiento no estaba funcionando. Despu�s de otro a�o de infierno, hab�a tenido suficiente y decid� buscar otra opini�n. En mi tercer intento general de entender lo que estaba mal, un nuevo m�dico me recet� esomeprazol, un medicamento para disminuir la cantidad de �cido en el est�mago. Tuve que tomar las pastillas todos los d�as a pesar de tener solo ataques un par de veces al mes. No not� ninguna disminuci�n en la frecuencia de mis episodios y estaba empezando a perder la esperanza de tener un plan de tratamiento claro.
Teniendo en cuenta que 12 millones de estadounidenses son diagnosticados err�neamente con condiciones cada a�o, supongo que no fui tan at�pico, pero esto no facilit� la experiencia.
Por fin una respuesta
Hice una cita para ver a mi medico Una vez m�s, y esta vez, decid� que no me ir�a hasta que tuviera alguna informaci�n nueva.
Pero cuando entr� en la habitaci�n, mi m�dico habitual no estaba a la vista y hab�a un nuevo m�dico en su lugar. Este m�dico era brillante y alegre, simp�tico y vibrante. Inmediatamente sent� que ya est�bamos progresando m�s. Despu�s de hacer algunos controles y revisar mi historial, estuvo de acuerdo en que hab�a m�s cosas que solo indigesti�n.
Me envi� para un an�lisis de sangre y un ultrasonido, que puede haber sido mi salvaci�n.
Tuve c�lculos biliares. Un mont�n de c�lculos biliares. Estaban bloqueando el conducto biliar, causando dolor y v�mitos. En ese momento no sab�a nada sobre la ves�cula biliar, pero supe que es un �rgano peque�o al lado del h�gado que almacena la bilis, un l�quido digestivo. Los c�lculos biliares, que son dep�sitos que pueden formarse en la ves�cula biliar, pueden variar en tama�o, desde un grano de arroz hasta una pelota de golf. A pesar de que no parec�a ser un candidato t�pico de los c�lculos biliares, ya que soy joven y tengo un peso saludable, estaba entre los m�s de 25 millones de estadounidenses afectados por la enfermedad.
Estaba tan agradecida de tener finalmente una respuesta. Cada vez que le preguntaba a mi m�dico en el pasado y me quejaba de mis s�ntomas, sent�a que estaba perdiendo el tiempo. Me enviaron lejos, una y otra vez, con una soluci�n que result� ser una venda para mis s�ntomas. Pero sab�a que lo que ten�a era m�s que simplemente un caso de indigesti�n, especialmente porque a menudo ocurr�a con el est�mago vac�o.
Sanado y agradecido.
Mi m�dico me program� una cirug�a para extirpar la ves�cula biliar. Estaba un poco nerviosa por la extirpaci�n de una parte de mi cuerpo, pero sin la cirug�a, hab�a un mayor riesgo de que los c�lculos biliares regresaran. Dejando de lado el dolor, las complicaciones potencialmente mortales de los c�lculos biliares no val�an la pena.
Cuando me despert� en la sala de recuperaci�n, mi cirujano me dijo que mi ves�cula biliar estaba completo�de c�lculos biliares. Dijo que nunca hab�a visto tal n�mero en una persona y simpatizaba con todo el dolor que hab�a experimentado. De una manera extra�a, fue un alivio escuchar esto.
Para llevar
Mirando hacia atr�s, desear�a haber insistido en realizar m�s pruebas desde el principio. Los profesionales de la medicina son expertos capacitados, calificados y dedicados. Pero ellos no pueden saber todo, ya veces cometen errores. Me resist� a cuestionar la opini�n de mi m�dico, aunque sent� que mis s�ntomas no estaban controlados por el medicamento que me recet�. En los a�os posteriores, me he convertido en un mejor defensor de mi propia salud y ahora puedo ser la fuerza motriz para descubrir exactamente qu� est� causando un conjunto recurrente de s�ntomas, en caso de que ocurra.
Cada uno de nosotros es un experto en lo que es normal y correcto para nuestro cuerpo y nuestra propia salud. Necesitamos confiar en las opiniones informadas de nuestros m�dicos para tomar las mejores decisiones para nuestro bienestar general. Pero tambi�n debemos permanecer vigilantes y seguir buscando respuestas. Somos nuestros mejores campeones de salud.
Fiona Tapp es una escritora y educadora independiente. Su trabajo ha sido presentado en The Washington Post, HuffPost, New York Post, The Week, SheKnows y otros. Es experta en el campo de la pedagog�a, profesora de 13 a�os y maestra en educaci�n. Ella escribe sobre una variedad de temas que incluyen la crianza de los hijos, la educaci�n y los viajes. Fiona es brit�nica en el extranjero y cuando no est� escribiendo, disfruta las tormentas el�ctricas y hace carros de juguete con su beb�. Puedes encontrar m�s informaci�n en Fionatapp.com�o tuiteala @fionatappdotcom.